sábado, 16 de noviembre de 2019

El misterio del enredo de los auriculares




Quiero hablarte de mis auriculares.

Siempre se enredan. El cable es largo y estrecho y acaba liándose por todas partes a su antojo. Una lo dobla meticulosamente, lo guarda en su bolsita y cuando lo necesita y lo saca, éste parece haber cobrado vida en nuestra ausencia, haber estado retorciéndose, descubriendo caminos nuevos entre sus recovecos.

Mis auriculares son de color blanco. Parecen una estalactita de nieve flexible que juega a confundirse con mi escritorio, también blanco, un glaciar que inspira paz y creación.
En un extremo del cable está el jack, el conector, una pieza metálica que se introduce en el agujero de cualquier aparato, móvil,  ordenador, tablet...Una vez conectado, el sonido circula a través del cable.

El cordón se bifurca hacia su final en dos, de igual tamaño, que acaban en una especie de graciosos lacasitos, también blancos, por donde se propaga el sonido. Cada uno sirve para alimentar a su respectiva oreja, la izquierda y la derecha. A partir de ese momento, tan sólo recibirá el mensaje auditivo que emita el aparato electrónico quien lleva puestos los cascos.

Se sella así un pacto entre el humano y los auriculares, quienes guardarán el secreto de todo aquello que escuchan. Quizás por eso, cuando alguna de nosotras deja de usar sus cascos y los guarda, éstos siguen moviéndose a escondidas, no soportan guardar esos secretos. Y se retuercen, como mordiéndose la lengua, por no poder contar a nadie todo aquello de lo que se saben conocedores únicos.

1 comentario:

Tres monstruos y una cometa

La otra noche durmiendo a Ibai con un cuento improvisado de Mamá Conejita, le conté otro cuento inventado sobre la marcha. Representa que er...