lunes, 18 de noviembre de 2019

El regalo perfecto

Todavía es un borrador, pero aquí va. Ya tengo casi listo el cuento creado con el juego de los dados.

iGotRats



EL REGALO PERFECTO

Hoy es el cumpleaños del Ratoncito Pérez y da una gran fiesta. Han venido todos sus amigos, Angel, Picotico, la Sra. Puf y Gugel. Ninguno quería perderse la celebración.

El cerdo Angel es un glotón sin modales. Está arrasando con las magdalenas de chocolate. ¡No ha dejado ni una! Y se ha vuelto a manchar su chaqueta, como siempre que le invitan a una fiesta. No tiene remedio.

¡Qué cabeza la suya! Las magdalenas de chocolate eran el regalo para el Ratoncito Pérez. Ahora no tiene nada que ofrecerle a su amigo.

El pingüino Picotico adora la música y se ha puesto su mejor pajarita para la ocasión. Picotico ha traído su violín. Su regalo para el Ratoncito Pérez será un concierto de Chopin.

Parece que al homenajeado no le apasiona el repertorio. Quizás tenga otros gustos. O quizás Pérez esté muy cansado. Preparar una fiesta es agotador.

La Sra. Puf acaba de llegar de su clase de taekwondo y no ha tenido tiempo de cambiarse. Decide utilizar la bañera del ratoncito Pérez para darse un chapuzón.

Vaya, ¡qué desastre! Con las prisas se ha olvidado el regalo en casa.

El último en llegar es el osito Gugel. Se ha presentado corriendo con un paquete grande y llamativo. El Ratoncito Pérez siente mucha curiosidad.  

Llegó el momento de abrir el regalo. Todos se preguntan qué será.

-Pérez, es el regalo perfecto. Podrás cepillar todos esos dientes
de leche que guardas en el desván - dice Mimi.

Mimi es quien ha organizado la fiesta. Pérez es su mascota. Hoy hace un año que sus papás le regalaron el hámster.

Y esta noche Mimi pondrá su diente bajo la almohada. Y esperará impaciente su moneda.

Los papás de Mimi le han comprado esta mañana el cepillo. Ha sido después de que se le cayera su primer diente en el parque. Le han dicho que a partir de ahora tendría que cuidar muy bien sus dientes.

El hámster ruso se mira el cepillo con asombro. No sabe para qué sirve ese objeto. Mimi parece entusiasmada con él.

Es grande. Como los muñecos de trapo que ella le pone a su alrededor cuando quiere jugar con él. Ya se ha acostumbrado. Les ha cogido cariño y se sabe hasta sus nombres, Angel, Gugel, Sra. Puf y Picotico.

Y esa música de violín que suena en el reproductor le encanta. Es tan relajante… que se vuelve a quedar dormido en el sofá de la casita de muñecas.


Pero aquel objeto  alargado con la punta peluda le tiene intrigado. Para qué servirá. No puede dejar de preguntárselo.


Tiene hambre. Quizás sea una chuche que le ha comprado Mimi. Decide mordisquearla. ¡Imposible! Es dura y no sabe bien. Definitivamente no es una chuche.
                  
Quizás sea un juguete, piensa. El hámster intenta correr sobre el mango pero el cepillo sale disparado. ¡Imposible! No gira. Definitivamente no es un juguete.

¿Y si se lo guarda en los mofletes como hace con las pipas? Quizás sea comestible pero le falte madurar. Se lo guardará en la boca para comérselo más tarde. ¡Imposible! Es demasiado grande, no le cabe. Definitivamente no se puede guardar. ¿Por qué le habrá regalado Mimi ese objeto?

La niña coloca a Pérez de nuevo en su jaula y sujeta el cepillo de dientes a los barrotes con un alambre. El hámster se gira y sin darse cuenta siente las cerdas sobre su espalda. ¡Qué rico! 

El animalito se acerca más y frota su espalda contra las cerdas del cepillo. ¡Qué buen masaje! ¡Para eso servía el regalo! Al hámster Pérez el cepillo también le parece el mejor regalo del mundo. Como dice Mimi, es el regalo perfecto. 

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